No hay diferencia más grande que la que existe entre los términos diferencia y diferencía. Lo que los distingue es que diferencia puede ser la conjugación del verbo diferenciar en presente de la tercera persona del singular –él o ella—:
Norberto no diferencia bien entre combinar y armonizar los colores.
O el nombre femenino que denomina la cualidad o accidente por el cual algo se distingue de otra cosa, la variedad entre cosas de una misma especie o la controversia, la disensión u oposición de dos o más personas entre sí –DRAE—:
La diferencia entre las bromas de Pedro y Juan es que las de Pedro sí caen bien.
En tanto que el término diferencía simplemente no existe.
Ahora bien, ¿por qué decimos diferencía o diferencío? Pues la verdad es que, a ciencia cierta, no lo sabemos. Suponemos que ocurre porque eufónicamente parece mejor, porque es una manera de romper el diptongo, o porque creemos que el acento nos sirve para diferenciar el verbo conjugado del sustantivo; pero una razón exacta, no la tenemos. Sea como sea, la única manera de conjugar este verbo es sin tilde, como en el siguiente ejemplo:
Todavía no diferencio muy bien entre lo que para ti es que yo haga un juicio de valor o sólo te dé una opinión.
Y lo mismo podemos decir de los verbos financiar y negociar, porque no les puedo contar que:
Mi padre financía mi educación.
Sino que:
Quien realmente financia mis estudios es mi madre.
Ni tampoco que:
Javier negocía bien la venta de los espacios publicitarios.
Porque:
Es Matías el que realmente los negocia muy bien.
La clave, según el Diccionario Panhispánico de dudas, es conjugar estos verbos como lo haríamos con el verbo anunciar:
El presidente anuncia que a partir del 1 de agosto se subsidia el costo de la leche.
Les anuncio que hoy es el último día para pagar.
Sin acento y sencillito.
Así que, cuando se atore a la mitad de una conversación pensando si lo correcto es decir diferencia o diferencía, recuerde que lo exacto es anunciar: ¡que viva la diferencia!
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